Edulcorantes artificiales: algunas cosas que deberías saber
Es bastante posible que los edulcorantes artificiales nos estén perjudicando más de lo que lo hacen ya los hidratos de carbono de por sí, tanto en lo que a acumulación de grasa se refiere como en términos de salud. Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado un artículo publicado en el periódico de la Asociación Americana de Diabetes.
Realmente esto no es nada nuevo -y tampoco es que suponga un problema en particular- porque ya se ha demostrado varias veces que si estás teniendo problemas a la hora de conseguir resultados mientras sigues una dieta baja en hidratos de carbono al mismo tiempo que consumes refrescos dietéticos, es porque posiblemente los edulcorantes te estén perjudicando.
Hay un estudio (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23633524/) en el que se demuestra que solamente la estimulación oral del dulzor puede hacer que nuestro cuerpo desencadene la liberación de insulina además de producir un ínfimo control del azúcar en sangre. Esto, supuestamente, es una explicación irrefutable de que los edulcorantes artificiales hacen que engordemos.
Aquí pues reside una demostración de ignorancia absoluta por parte de internet sobre el funcionamiento del cuerpo humano, así como la forma en que este da consejos y causa angustia en base a un estudio aislado en el que los investigadores tan solo se limitan a hacer una lectura en vacío sin ni siquiera prestar atención a todas las investigaciones que ya han sido realizadas.
La sucralosa y el IMC
La característica principal de este trabajo de investigación en realidad no tiene nada que ver con la sucralosa (el edulcorante tratado en este estudio) sino con el condicionamiento Pavloviano. Lo que nadie menciona es que los sujetos de este estudio eran personas extremadamente obesas, con un IMC de más de 40. Por esta misma razón, podemos darnos cuenta de que el IMC es una mierda como estadística, aunque sí que es verdad que se vuelve más preciso a la hora de estimar el porcentaje de grasa corporal a medida que el número aumenta, asumiendo de esta manera que los individuos tratados eran más bien, corpulentos.
El dulzor, en cuanto a cómo el cuerpo lo detecta y reacciona ante él, supone un tema complejo sobre el que realmente no tenemos demasiada información. Uno de los descubrimientos clave que cuestiona nuestra suposición de que los edulcorantes artificiales no pueden provocar la acumulación de grasa o si quiera afectar el funcionamiento hormonal es el hecho de que los mamíferos, incluyendo los humanos, poseemos receptores para el dulzor a lo largo de todo el tracto digestivo.
Nuestro cuerpo puede determinar si algo es dulce en el intestino de la misma manera que puede hacerlo en la boca. Es posible, entonces, que el comer algo dulce, incluso si tiene cero calorías, pueda causar una reacción hormonal, induciendo a que en última instancia el cuerpo acumule grasa. Pero para evaluar objetivamente los resultados de este estudio, no estaría de más ver si el consumo del mismo edulcorante -la sucralosa- por sí mismo puede causar algún tipo de reacción en personas con un peso saludable y no solamente en individuos obesos. Otro estudio, no mucho más antiguo que el anteriormente citado (publicado en 2011), demostró que las personas sanas, al ingerir sucralosa, no mostraban reacción hormonal alguna a dicha sustancia.
¿El problema aquí? Dos estudios con resultados contradictorios. Aunque como ya he dicho, la característica clave del estudio más reciente es que los pacientes tenían sobrepeso. Personalmente, pienso que es probable que haya otro tipo de explicación es decir, a lo mejor el intestino no tiene nada que ver con eso en este caso. Tal vez en realidad sea el cerebro el responsable de liberar ese estímulo.
No obstante, tampoco estoy sugiriendo que la señal que produce la sucralosa vaya directamente al cerebro de las personas obesas, mientras que las personas sanas tienen cerebros que, de alguna manera, resisten la misma o, por así decirlo, el dulzor en general. Lo que estoy diciendo es que esta secreción de insulina es una respuesta condicionada. Al igual que ocurrió con los perros de Pavlov, el olor o el sabor de algo dulce se convierte en una campana que cuando suena, desencadena una respuesta física. En el caso de los perros, que saliven. En el caso de los seres humanos obesos, la posibilidad de que empiecen a liberar insulina en previsión de los alimentos que vayan a comer.
Y de hecho, esto es exactamente lo que sucede. Normalmente, cuando olemos o saboreamos algo, vamos a comer; hecho que enseña al cuerpo a que en poco tiempo vamos a empezar digerir comida. Y dado que el cuerpo es una máquina que se anticipa y que aprende a reaccionar antes de una actividad con el fin de prepararse mejor para ella, también se podría aplicar el mismo principio con la comida. Pues si este siente olor o sabor aun sin ni siquiera haber comido, se puede desencadenar una respuesta insulínica incluso antes de que la comida llegue al estómago.
La coca cola light no siempre es mejor
En cuanto a los refrescos sin azúcar como, por ejemplo, la coca cola light, mi recomendación es que si eres una persona que tiene el metabolismo dañado, en el que caso de que vayas a consumirlos, hazlo de manera limitada durante la parte del día en la que no comas hidratos de carbono y si tu metabolismo no está dañado, entonces la coca cola light no debería suponerte ningún problema durante esa primera mitad del día. Ahora bien, si vas a tomarlos con una comida en la que el contenido de hidratos sea de alguna manera, alto, entonces deja el refresco light y opta por la versión con azúcar. Esto puede parecer algo contra indicativo, pero en realidad, los edulcorantes artificiales potencian el impacto negativo que tienen los HC en la salud cuando se consumen a la vez; por lo que si te interesa el estado de esta, utilízalos como toca.
Los edulcorantes artificiales
Respecto a los edulcorantes artificiales, por el momento no se ha demostrado que ninguno de ellos nos haga engordar. No obstante, lo que sí que se ha demostrado es que muchos de ellos como por ejemplo, el acesulfamo-K, pueden llegar a detener la quema de grasa. En suma, la utilización en España de la sacarina está más que extendida pero uno de sus componentes, la dextrosa, es glucosa pura, lo que significa que no solamente podría estar causándonos daños a nivel celular sino que además, impidiendo, al igual que el acesulfamo-K, que nuestro cuerpo continúe quemando grasa. ¿La solución entonces? Opta por la stevia o por la sucralosa. Eso sí. Siempre en moderación, pues un consumo demasiado abusivo puede llegar a producir, entre otras cosas, efectos laxantes.
Referencias:
- Pepino MY, Tiemann CD, Patterson BW, Wice BM, Klein S. Sucralose Affects Glycemic and Hormonal Responses to an Oral Glucose Load. Diabetes Care. 2013 Apr 30. [Epub ahead of print]
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